El Gobierno libertario obtendrá, entre hoy y mañana, la aprobación en general de la ley ómnibus junior en Diputados, tal como ocurrió a inicios de febrero pasado. La clave de la sesión, que comenzará este mediodía, no estará allí, sino en la votación en particular -junto al paquete fiscal- de la misma, con varios frentes abiertos y artículos aún en puja, bloques opositores que ni siquiera saben qué harán sus legisladores, y un Senado que mira de reojo y ya enciende luces naranjas.
Tras la impericia legislativa del período estival, el oficialismo ajustó un puñado de tuercas el corriente mes. Durante el transcurso de esa película, La Libertad Avanza cambió de jefe de bloque, llevó sus internas a los medios e incluso generó inconvenientes de salud en su propia tropa. Ahora espera dejar eso atrás y avanzar con una ley de bases fileteada y medidas fiscales que desean con fervor todos los gobernadores, pese a la pose casi obligada a la que tendrá que ajustarse parte de la oposición, en general, del kirchnerismo.
A pesar de los intentos para mostrar una nueva conducción y “liderazgos” cada vez más lejos de existir, ningún integrante del oficialismo legislativo se distinguió para llegar a la jornada de hoy en la Cámara baja; mucho menos, el titular del Cuerpo, Martín Menem. Si los libertarios llegaran a buen puerto en Diputados, tendrán que abrazar a la legisladora del Pro Silvia Lospennato, quien estuvo atenta a las negociaciones de las últimas semanas y ayudó a los libertarios a entender cuestiones básicas del Congreso y a destrabar distintos embrollos.
Para la sesión de hoy es trascendental que no aparezcan desmadres a la hora de los discursos ni de las cuestiones de privilegio que suelen darse al inicio del encuentro. Para ello, Menem encabezará esta mañana la reunión de Labor Parlamentaria. Allí se definirán los tiempos y modos en el recinto. La duda que aún persiste está relacionada con una potencial votación por capítulos de la ley bases. No será una solución mágica, ya que decenas de legisladores podrían aclarar sus objeciones previas de cada artículo. Es una cuestión reglamentaria, no de caprichos.
A pesar del entusiasmo que muestra el oficialismo, hay tópicos atados con alambres; otros, más cerca de caer que de subsistir. Entre las cuestiones delicadas e importantes de ambas iniciativas habrá emergencias a decretar: en realidad, ya hay algunas vigentes por el mega DNU que desregula la economía, aunque ahora se discutirán facultades delegadas del Congreso al Ejecutivo.
Otro tema que se mirará con lupa apunta a los fondos fiduciarios, su potencial regreso al Ejecutivo y/o la incorporación de dicha masa a la coparticipación, así como las intervenciones y privatizaciones de organismos. En los últimos días también estuvo la discreta reforma laboral negociada con la oposición “dialoguista” y la CGT, que dejará con un saldo positivo a los sindicatos, quienes mantendrán cuotas y cajas trascendentales para sus columnas vertebrales.
Otra cuestión que involucra a las leyes está direccionada sobre el régimen para grandes inversores y los reclamos para no olvidar al mundo de las pymes. Esto podría lesionar un núcleo importante del sector privado, que resiste las consecuencias de un ajuste inevitable -no así sus formas- para mantener niveles de producción mínimos.
Un punto delicado para la sesión de mañana y el martes será el del tabaco, con impuestos internos que no terminan de definirse e intereses cruzados entre diferentes bancadas desde el mundo empresarial. Un jugueteo interminable que sincera una nueva contradicción en la aparente lucha del Gobierno contra “la casta”.
En cuanto a lo fiscal, las eventuales discusiones se enfocarán sobre el piso de Ganancias -$1,8 millones para solteros; $2,2, para casados con dos hijos- y deducciones; el Monotributo -autónomos en el olvido-; un blanqueo de capitales -advertencias por vacíos y falta de blindaje legal-; y Bienes Personales, con un debate sobre alícuotas en el país y en el exterior aún no saldada, entre otras cosas.
Anoche, ninguna fuerza podía confirmar, de manera fehaciente -salvo mano alzada o rechazo generalizado- la votación en particular de los artículos que continúan en disputa. Este error del oficialismo saldría caro ya que ambos textos pasarán, en caso de contar con aval de la Cámara baja, al Senado.
En la Cámara alta, desde hace semanas advierten sobre puntos de difícil digestión. Por caso, Ganancias es uno, como explicó meses atrás Infobae. Allí, el kirchnerismo tiene 33 legisladores y es la primera minoría, a cuatro del quorum. Del otro lado se encuentra un oficialismo de sólo siete integrantes, y una oposición anti cristinista dispersa y demasiado aceitosa para el momento. Por eso la preocupación de los senadores más experimentados ante la involución constante de la calidad del Congreso; incluso, para la hora de aumentarse las dietas, con traiciones y mucha hipocresía a la vista de gran parte de la sociedad.
Como si fuera poco, el kirchnerismo de Diputados hace presión para llevar el mega DNU al recinto -ya fue rechazado en el Senado- y el resto de la oposición hace fuerza mancomunada para discutir las jubilaciones y los presupuestos universitarios. La economía sobrepasó a la política en las últimas semanas, algunos dirigentes captaron el mensaje y, como si fuese un milagro, desaparecieron las individualidades para que entraran en juego acciones en espejo entre ambas Cámaras. De hecho, ya se pelean para ver quién sacará la mejor tajada de todo ello.