El transporte público por colectivos en la ciudad de Santa Fe atraviesa una crisis persistente que combina disminución de demanda, aumento de costos y desigualdad territorial.
Un equipo de docentes e investigadores de la Facultad de Ingeniería y Ciencias Hídricas (FICH-UNL) analiza desde 2019 el funcionamiento del sistema mediante datos de la tarjeta SUBE y advirtió que, además de la caída del número total de viajes, existe un desequilibrio marcado en la accesibilidad, que afecta sobre todo a los sectores más vulnerables.
El proyecto, dirigido por la docente-investigadora Andrea Bosisio y desarrollado con colaboración de universidades de Madrid, forma parte del programa CAI+D Orientados a Problemas Sociales y Productivos de la Universidad Nacional del Litoral. Desde allí se estudian los cambios en la movilidad urbana antes y después de la pandemia y el impacto territorial que dejó el reacomodamiento del sistema.
El proyecto, dirigido por la docente-investigadora Andrea Bosisio y desarrollado con colaboración de universidades de Madrid, forma parte del programa CAI+D Orientados a Problemas Sociales y Productivos de la Universidad Nacional del Litoral. Desde allí se estudian los cambios en la movilidad urbana antes y después de la pandemia y el impacto territorial que dejó el reacomodamiento del sistema.
Distancias
Los investigadores midieron la cercanía de las paradas de colectivos bajo el criterio de un máximo de 300 metros desde los hogares. Si bien la mayoría de la población urbana cuenta con paradas dentro de ese radio, todavía más de 55.000 personas quedan fuera de esa distancia.
El dato se vuelve más grave al cruzarse con los índices de vulnerabilidad social: tres de cada cuatro residentes que no tienen una parada cerca pertenecen a barrios de escasos recursos. Es decir, las zonas más pobres son las que tienen menos accesibilidad al transporte público.
El estudio también registró una caída notable en el uso del sistema. Al comparar los meses de prepandemia con los períodos de recuperación, las validaciones SUBE descendieron de más de siete millones en 2019 a poco más de cinco millones en 2022 y 2023. Los horarios pico se mantuvieron, pero la reducción del volumen total de viajes confirma un retroceso que aún no logra revertirse.
Tarifa
Otro aspecto central es el cambio en los tipos de tarifa utilizados. Antes de la pandemia predominaba la tarifa plana, pero en los últimos años perdió protagonismo frente al Boleto Educativo y a la tarifa con Atributo Social Federal. En 2024, un año marcado por la suspensión de subsidios nacionales y aumentos acumulados superiores al 350%, el único tipo de viaje que creció fue justamente el Boleto Educativo. Para los investigadores, este beneficio “es hoy lo que está sosteniendo el sistema”, evitando que la caída de pasajeros sea todavía mayor.
El equipo de la FICH-UNL continúa procesando información de 2024 y 2025 para completar el panorama y trabaja en un nuevo proyecto que ampliará el análisis a la movilidad y accesibilidad en el Gran Santa Fe y Paraná. La expectativa es que los resultados aporten evidencia para pensar políticas públicas en un sistema que enfrenta tensiones crecientes entre costos, cobertura y equidad territorial.
Fuente: Uno Santa Fe
