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sábado, 1 junio 2024

El Muñeco Gallardo sigue sin poder ganar en el Cementeriro de los Elefantes

El equipo de Falcioni le ganó con inteligencia táctica al River de Gallardo y volvió a festejar en el torneo argento. Otro gol de "Wanchope" Ábila para abrir el VAR del brindis.

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Si una cancha del fútbol argentino le cuesta al mejor River de todos los tiempos, con Marcelo Gallardo en el banco, sin dudas es el Cementerio de los Elefantes. Aquí, casi siempre Colón lo entierra. Alguna vez, con esa noche descollante noche de Alan Nahuel Ruiz, sufrió uno de los cachetazos más recordado de sus 8 años en el banco del "Millo". Y ahora, de a poquito, Colón lo fue desgastando, le cerró los caminos de un seguro Burián y le metió una mano de nocaut de la manera menos pensado por las más de 30.000 almas que lo gritaron dos veces al gol de Ramón Darío Ábila.

Es que "Wanchope" es número uno en la Argentina, con la sangre y luto, en el rubro "goles anulados por el VAR". Sin embargo, en el momento menos pensado, trazaron las líneas y esta vez milagrosamente se apiadaron de Colón y del cordobés.

Eso sí, por construcción de juego, con VAR o sin VAR, fue u golazo. Salida cortita de Bernardi y el mejor partido de Pierotti con la camiseta de Colón coronado con un cambio de frente europeo. Todo lo otro fue latino y argento: corrida de Farías, cabecita levantada, pase filtrado y un gol de Ramón Darío Ábila propio de "Wanchope", jugando al límite como toda la noche. Bah, como toda su vida. Eso sí, lo que hizo en un cuadrado de césped fue un poema, para dejarlo desparramando a Armani como si fuera un arquero amateur. Pudo fusilar, pudo elegir "El Bombón Asesino". Sin embargo, eligió "La Suavecita" y el Cementerio vivió como nunca con el grito de gol.

Claro que todos vieron la misma película de siempre, con un final que estaba cantado. El llamado del VAR, los interminables minutos de revisión, el trazado de líneas y cuando todos pensaban que el muchachito de la película (en este caso River) no podía morir, lo mataron en la última escena. Loustau señaló el centro, la gente lo volvió a gritar y Ramón Darío le agradeció al cielo.

Colón, con bajas importantes desde el domingo (Garcés y Delgado), jugó un partido inteligente, serio y estratégico. No podía salir a cambiar bola por bola; no lo hubiera aguantado. El cansancio físico y mental para ir a dar vuelta el clásico hace tres días, con ese 2-2 final, le hubiera pasado la peor de las facturas.

Cuando lo debió aguantar, como en el primer tiempo cuando River se le venía encima, lo aguantó. Fue como un largo round de espera y desgaste. Sacando la doble pared de Julián Álvarez no pasó temblores. Eso sí, cedió terreno y pelota para un River que buscó sin poder entrar.

En el complemento, regulando energías, se animó a discutir un poco más arriba. La solidez de su arquero, el buen juego del lateral derecho y los tres volantes históricos fueron los argumentos que se acordaron del Colón Campeón.

Aún desde lo poco vistoso y luego de sufrir en el primer tiempo, Novillo y Acevedo hicieron la simple. No había piernas para cambiar el ritmo con gambetas o proyecciones; hubiera sido suicida.

Entonces, el gol llegó vestido de largo: Pierotti, Farías y "Wanchope". El cordobés, a partir del Beltrán-Gate se metió de titular. El balance, hasta acá, irreprochable: dos jugados, dos goles y cuatro puntos de seis. Gritó su gol número 85 en el profesionalismo lo que le da un promedio de 0.44. Si Colón lo puede recuperar en todo sentido, tiene un clase "A" ahí arriba. Si Farías acompaña (se sacrificó mucho corriendo y metió el pase-gol) y el "Pulga" vuelve con todo, de mitad para arriba "hay equipo". Por no decir equipazo.

La victoria, para Colón y para Falcioni, llega en el momento que más se necesitaba. Por la bronca y la injusticia del 2-2 en el clásico. Para cortar la racha sin ganar en los torneos domésticos y para regalarle una alegría a la gente en un torneo "no Conmebol".

Y, de yapa, para recuperar energías porque lo que se viene es fatal: Lanús el domingo, Copa Argentina en Rosario el miércoles, Huracán y Talleres de Córdoba por el primer mata-mata de la Copa Libertadores.

Sin Goltz, Garcés, Delgado, Pulga y Beltrán (todos titulares indiscutidos en la estructura habitual "si no pasa nada"), Colón fue capaz de reinventarse para ganarle bien a uno de los equipos más poderosos de la Argentina. Y esta vez, de la misma manera que de mi parte recibió "palos" por lo mal que jugaba en el torneo doméstico a diferencia de la Copa, al Emperador lo que es del Emperador. Acertó esquema, intérpretes y reemplazantes.

River volvió a morir en el Cementerio de los Elefantes. No importa cuando leas ésto. Hace siete partidos que no puede en el templo de los "Negros" de Santa Fe. Mucho, diría demasiado para un club grande.

Y lo de Gallardo, peor que lo de River. Nunca pudo ganar en el Cementerio de Elefantes. Sin dudas, para el "Muñeco", la peor cancha de la Argentina es el Brigadier López y el peor rival para visitar a Colón.

Para "Napoleón", como lo apoda el mundo River antes y después del Bernabeu contra Boca, la cancha de Colón es el Waterloo criollo de Marcelo Gallardo.

Fuente: Darío Pignata para Radio GOL y El Litoral

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