Dani Alves atraviesa una etapa completamente distinta a la que vivió como estrella del fútbol mundial. A sus 42 años y después de haber pasado catorce meses en prisión por una acusación de agresión sexual, el brasileño encontró en la fe una nueva forma de vida. “Discípulo de Cristo Jesús”, como ahora se define en sus redes sociales, el ex defensor del Barcelona y la Selección de Brasil se mostró públicamente en un congreso evangélico en Girona y aseguró que su presente “es un milagro de Dios”.
El ex futbolista, que fue absuelto por el Tribunal Superior de Justicia de Cataluña tras detectarse inconsistencias en las pruebas en su contra, reapareció el último fin de semana como invitado especial en el tercer congreso de jóvenes de la Iglesia Elim, en la ciudad española. En ese evento, Alves fue visto cantando, orando y compartiendo su testimonio ante los asistentes: “Hay que tener fe, hermanos míos. Yo soy la prueba de eso. Lo que Dios promete, Dios lo cumple”, expresó con emoción.
Durante su intervención, el ex jugador relató el momento en que decidió acercarse a la religión: “En medio de la tempestad, apareció un mensajero de Dios. Me llevó a la Iglesia y al camino, y hoy estoy aquí gracias a ellos”, contó. También reveló que durante su estadía en la cárcel hizo un pacto espiritual: “Le pedí a Dios que cuidara de mi casa y de los corazones de las personas que no me abandonarían. Y le prometí servirle”.
Desde su liberación, Alves ha dejado de lado los posteos sobre fútbol y vida lujosa para compartir mensajes religiosos y pasajes bíblicos con sus más de 30 millones de seguidores. Su nueva vida también incluye la reconciliación con su esposa, la modelo Joana Sanz, con quien celebró recientemente el nacimiento de su primera hija mediante fecundación in vitro. El que es el segundo futbolista más ganador de la historia —con 43 títulos conquistados— hoy busca una victoria distinta: la paz espiritual.
