Unión empieza a mover las primeras piezas del próximo mercado y uno de los focos centrales es el mediocampo. La salida de Mauricio Martínez parece inevitable: el volante debe regresar a Rosario Central, donde aún le queda un año de contrato, y el Canalla ya escucha ofrecimientos del exterior. En Santa Fe admiten que su vuelta sólo sería posible mediante una negociación muy favorable —rescisión y nuevo préstamo—, un escenario que hoy se ve lejano.
Con ese panorama, Leonardo Madelón puso sobre la mesa un nombre que conoce de memoria: Rodrigo Saravia, el futbolista uruguayo que dirigió en Gimnasia y que quedó muy cerca de llegar al club en junio pasado, antes de optar por Belgrano.
El presente del volante en Córdoba es uno de los motivos que lo devuelven a consideración. Su paso por Belgrano estuvo marcado por la poca continuidad y una relación futbolística nunca consolidada con Ricardo Zielinski. El entrenador del Pirata no lo tiene en la primera línea de preferencias y, por lo que trascendió, la institución no vería con malos ojos una salida si aparece una oferta concreta.
El principal escollo es contractual: Saravia pertenece a la empresa MMR Sports Group y firmó con Belgrano hasta diciembre de 2026, algo que vuelve más costosa cualquier operación. Sin embargo, desde Córdoba no se le pondrían mayores obstáculos a su salida, tomando como referencia la buena relación entre dirigencias, y que son socios en el pase de Agustín Colazo, y hay un negocio pendiente con Thiago Cardozo (el Pirata puede hacer uso de la opción de compra ahora o en junio).
En Unión evalúan con cautela su presente. El volante llegó del FK Rostov sin ritmo competitivo, tras un semestre sin actividad en Rusia. Ya en el Celeste, su participación fue limitada: dos partidos completos en Copa Argentina, sumando 180 minutos y siete encuentros en el Torneo Clausura, totalizando 670 minutos.
Para Madelón, que lo tuvo como pieza clave en su ciclo en el Lobo, estas cifras no le restan valor: considera que con rodaje puede recuperar su mejor versión y transformarse en un aporte inmediato para la estructura del equipo. La dirigencia, sin embargo, pondera el factor económico y la necesidad de que cualquier refuerzo llegue con garantías deportivas claras.
La carrera de Saravia comenzó en Racing de Montevideo, continuó en Peñarol, luego en Gimnasia —donde logró su mejor rendimiento—, y más tarde en el fútbol ruso. Su desembarco en Belgrano no resultó como esperaba y ahora su nombre vuelve a sonar con fuerza en Santa Fe.
En el Tatengue saben que necesitan reforzar la mitad de la cancha y el técnico ya expresó su preferencia. El debate está abierto: ¿vale la pena la apuesta por un jugador que hoy arrastra dudas de continuidad, pero que ya demostró ser confiable bajo las órdenes de Madelón? Mientras el mercado se acomoda, Unión analiza cada detalle. Saravia, una vez más, aparece como una posibilidad concreta… aunque aún lejos de una decisión definitiva.
