Según el informe especial del Censo 2022 elaborado por el municipio con colaboración de la Bolsa de Comercio de Santa Fe, la Universidad Nacional del Litoral (UNL), la Universidad Católica de Santa Fe (UCSF) y la Universidad Tecnológica Nacional (UTN), solo el 63,8% de los santafesinos habita una casa propia.
En 1991, esa proporción superaba el 69% y alcanzó su pico en 2001, con el 76%. En las últimas tres décadas, los alquileres duplicaron su participación y hoy representa casi una cuarta parte de los hogares.
El acceso a la vivienda propia en la ciudad de Santa Fe atraviesa un proceso de transformación profunda. Los datos del Censo 2022, sistematizados en el informe «¿Cuántos somos, quiénes somos y dónde vivimos?», muestran una tendencia sostenida a la baja en la cantidad de propietarios y un crecimiento continuo de los hogares que viven en alquiler.
Variación histórica desde la década del 90
Según el relevamiento, el 63,8% de los santafesinos reside en una vivienda propia, el 23,4% en una vivienda alquilada, el 5,7% en una vivienda prestada, el 0,4% en una cedida por trabajo, y el 6,7% restante se encuentra en otra situación no especificada.
La comparación histórica permite dimensionar el cambio: en 1991, las viviendas propias representaban el 69,1% del total y las alquiladas apenas el 11,6%. Dos décadas más tarde, la relación se modificó drásticamente.
Entre 1991 y 2022, la proporción de propietarios cayó 5,3 puntos porcentuales, mientras que la de inquilinos aumentó 11,8 puntos. En términos sociales, esta variación revela una pérdida del peso relativo de la casa propia como forma predominante de acceso al hábitat, y una creciente centralidad del mercado de alquiler, especialmente entre los sectores medios y jóvenes.
El informe advierte que, junto a esta transformación, persiste una fuerte desigualdad en la formalidad de la tenencia. El 66,3% de los hogares posee escritura de su vivienda, el 22,8% cuenta con boleto de compra-venta u otra documentación, y el 10,9% no tiene ningún respaldo legal que acredite la propiedad.
La distribución de esta documentación varía ampliamente según el distrito. El Centro y el Este son las zonas con mayor nivel de formalización: el 91,1% y el 83,9% de las viviendas, respectivamente, están escrituradas.
En cambio, el distrito La Costa presenta una realidad opuesta: apenas el 41,4% de las viviendas tiene escritura y un 28,4% de los hogares carece de todo tipo de documentación. Una situación similar se observa en el Noroeste, donde solo el 40,8% de las viviendas propias están escrituradas y casi el 20% no posee respaldo alguno.
En el Suroeste, el 56,3% de las viviendas están escrituradas, mientras que un 21,4% se respalda únicamente con boletos de compra-venta. En tanto, los distritos Noreste, Norte y Oeste muestran realidades intermedias, con promedios del 60% de viviendas con escrituras.
Estas diferencias ponen en evidencia la brecha territorial significativa histórica dentro de la ciudad, donde los sectores céntricos presentan más niveles de seguridad jurídica, y los barrios periféricos mantienen prácticas informales de acceso a la vivienda.
El estudio también destaca que la alta proporción de viviendas con boletos de compra-venta en los distritos Noroeste y Suroeste (31,4% y 21,4%, respectivamente) da cuenta de mecanismos de transacción habituales pero con baja protección legal, lo que limita las posibilidades de regularización y financiamiento a largo plazo.
En términos generales, el análisis del período 1991–2022 permite observar que la ciudad experimentó una pérdida gradual del sueño de la vivienda propia, mientras el alquiler se consolida como régimen predominante en Santa Fe.