"Mirá, tengo la medallita del Papa Francisco y de la Virgencita juntas", le dice con orgullo de cristiana una chica muy joven a su novio. La calle Javier de la Rosa, frente a la Basílica Nuestra Señora de Guadalupe, estaba literalmente colmada por los devotos a la Santa Patrona de la ciudad de Santa Fe.
Quizás, el reciente fallecimiento del Sumo Pontífice argentino arengó a que las multitudes se acerquen masivamente a una nueva edición -la N° 126- de la Peregrinación a la Basílica. Pero lo cierto es que hay un nervio poderoso, movilizador, que es la devoción y la fe.
Allí peregrinaban juntos los pobres de ropas humildes, a la par de aquellos que no lo son. Gentes de todas las edades, ancianos, jóvenes, familias con sus hijos.
El motor de la devoción vuelve a todos iguales, sin distinciones. Las postas del Cobem, de la GSI y de la Policía controlaban esa multitudinaria procesión, para que todo saliera bien.
Adentro, los sacerdotes escuchaban a los fieles. En atriles, en los confesionarios, en sillas. Era la palabra febril, acaso desconsolada de personas sufrientes, dicha en secreto; y la escucha y la palabra de aliento de los curas. El agua bendita en botellitas, otra vez, como medida preventiva contra el dengue.
Antes de la misa central, el Arzobispo de Santa Fe, Mons. Sergio Fenoy, dio sus impresiones de aquello que se vivía en la plaza, en las calles -con una interminable fila de feligreses-: "Siempre es un momento de alegría esta manifestación multitudinaria de fe", declaró.
"Poder participar es muy importante para mí, siempre con cosas nuevas en cada edición pero con el mismo cariño de la gente, que es lo que nos llena el corazón. Es un momento muy especial el actual, pero la fe de la gente es la que nos empuja a seguir adelante. A eso apostamos", declaró la máxima autoridad eclesiástica de Santa Fe.
"A agradecer"
"Vengo todos los años con la familia. A pedir sí, por salud, por que no falte el pan ni el trabajo, pero sobre todo a agradecer a la Virgen por la salud y por la familia", que está acompañado por uno de sus hijitos.
Fuente: El Litoral