Son menos que con Alberto Fernández, cuando se retiraban hasta 15 empresas por año. Pese a la percepción de menor riesgo y mayor estabilidad pesan otras razones
En el primer año y medio del gobierno de Javier Milei, se fueron 13 empresas multinacionales, un número más bajo que durante el mandato de Alberto Fernández, cuando se retiraban hasta 15 por año. Esta disminución refleja un contexto de menor riesgo y mayor estabilidad macroeconómica, pero aún no se ve un alto flujo de ingreso de capitales internacionales.
Desde el inicio de la pandemia en 2020, se fueron más de 80 compañías y todavía varias analizan hacerlo con condiciones que faltan normalizarse, como la baja de la inflación, la alta carga impositiva y la persistencia de restricciones para girar dividendos acumulados en ejercicios anteriores.
En tanto, Loma Negra está a punto de volver a manos argentinas: Marcelo Mindlin, dueño de Pampa Energía, se quedaría con 52% de las acciones de la cementera que fundó la familia Fortabat y controla el grupo brasileño Mover −antes Camargo Correas− a través de la subsidiaria InterCement. También Profertil busca comprador para el 50% de su participación en la mayor productora de fertilizantes del país. Y la lista sigue.
Menos salidas de empresas multinacionales
Si bien hay excepciones −como las de Enel, concesionaria de Edesur, que pausó su salida; y Nutrien, que aunque se puso en venta sigue operando a nivel local−, la mayoría de las decisiones se tomaron previo al cambio de gobierno y ahora se materializan como parte de un proceso extenso que dura entre seis meses y hasta dos años, coinciden quienes siguen de cerca el mercado de fusiones y adquisiciones (M&A, por sus siglas en inglés).
Agregan también que las que se quedaron con un sabor amargo de la experiencia de hacer negocios en los últimos años en la Argentina es poco probable que reviertan la decisión, consensuada entre sus accionistas y aprobada por el directorio tras una larga revisión de la casa matriz por las trabas para operar, como reglas de juego cambiantes, falta de previsibilidad y una economía cerrada.
“Empresas extranjeras se mantuvieron en el país por años sin poder girar utilidades, esperando la salida del cepo. Eso generó, en muchos casos, la necesidad de retirarse. Pero no encontraban compradores justamente porque resultaba poco atractivo invertir sin garantías de recuperar esa inversión con el giro de dividendos”, analizó Valeriano Guevara Lynch, chairman del estudio jurídico Allende & Brea.