Gustavo Córdoba es Magister En Comunicación Política en Univ. Austral y titular de la empresa de opinión pública Zuban Córdoba, tiene una extensa trayectoria en el estudio de la opinión pública. Habló en el programa Hecho en Santa Fe sobre las condiciones en la que los argentinos iremos a votar el domingo, los posibles niveles de ausentismo, la influencia de la economía en la decisión del voto y como cree que serán los resultados.
– ¿Cómo es la sociedad que irá a votar el próximo 26 de octubre? ¿Irá a votar?
-Esta es una elección que, nos guste o no, es una suerte de plebiscito de la gestión económica del gobierno, esto es, la gente va a votar para premiar la gestión económica del gobierno o castigarla. Puede haber incluso una tercera opción que diga, voy a votar premiando al gobierno, aunque esté disconforme con lo que le ha dado el gobierno en materia económica, que es el voto predominante que ha tenido una actitud hacia el ausentismo prácticamente en todas las elecciones que hemos tenido a lo largo del año, salvo en la de Formosa, de reforma de la Constitución, y la de Corrientes donde se votó gobernador. Creo ante la evidencia que el plan económico dejó de existir, porque tanto la intervención última del gobierno norteamericano más el auxilio del FMI no fueron suficientes frente a esa realidad, en estos últimos 15 días el gobierno nacional armó un dispositivo político muy fuerte y está probando todas las alternativas, está haciendo campaña por la positiva y por la negativa, está intentando todo, uno ve las tapas de los diarios más importantes de la Argentina y se nota que hay un cambio al menos en la línea editorial en los últimos días. Antes yo veía que en el medio nacional A, para no dar nombres, de 10 noticias, 8 eran negativas para el gobierno. Hoy no hay ninguna. Hay una sutileza en la editorialización que está haciendo el gobierno en el tramo final de la campaña para ver si logra revertir lo que pareciera ser una derrota casi segura. Lo que estoy planteando en este momento es que el gobierno se debate entre dos escenarios, entre una derrota dura y una derrota leve, pero derrota al fin.
-Hay una personalización de la campaña em la figura de Milei ¿Cuánto de productivo tiene ponerlo como la figura más relevante con los niveles de desaprobación que tiene él y su gobierno?
-Cuando es lo único que tenés, esa es una pregunta que no tiene procedencia, No hay alternativa, tenés que jugar sí o sí con la figura central. No hay ninguna otra figura hoy en el gobierno que te garantice la centralidad y la atención del mundo mediático y político. Si el gobierno tuviese una figura alternativa seguramente la usaría, pero evidentemente lo que pasó con Espert fue una señal muy relevante de que cada vez que el gobierno ha intentado salir de la figura de Milei no ha tenido prácticamente buenos resultados.
-Históricamente el argentino ha votado con el bolsillo. ¿Esta elección se perfila de la misma manera?
-En principio sí y además hay que introducir una idea adicional. Después de la derrota dura de Mauricio Macri con Alberto Fernández en la primera vuelta en 2019, el contexto económico no cambió para nada, pero Macri logró con una campaña electoral distinta activar un votante que en las PASO no se había movilizado. Ahí hay un voto ideológico, es muy claro, el antikirchnerismo fue el motivador central de esa recuperación que no le permitió ganar, pero sí descontar unos 8 puntos que le sirvieron para conservar algo más del 40 por ciento del electorado y creo que ahora es válida la misma comparación, partiendo de la base de que Diego Santilli en Provincia de Buenos Aires es muchísimo mejor candidato que Espert, es un político profesional, que ya tiene dos campañas electorales hechas en la provincia de Buenos Aires, una con derrota y otra con victoria, tiene oficio y muy buenas relaciones con el sistema mediático. Hay un cambio sustancial de actitud y es probable que eso lleve a descontar un poco la diferencia. Además, hay otro dato. En elecciones a cargos nacionales los extranjeros no pueden votar y en la provincia de Buenos Aires en setiembre representaron casi 3 puntos del total, por lo cual allí también puede achicarse la diferencia. Y vemos estos últimos días de campaña que aumenta la movilización del votante libertario al menos en dos o tres puntos, probablemente logre descontar un poquito más. Esa es la ventaja de un candidato con oficio en comparación de lo que ha hecho la Libertad Avanza en toda la Argentina, que es elegir candidatos que a lo mejor no daban la talla de la elección que tenemos por delante.
-Seguramente la semana que viene el gobierno, además de poner todos los recursos materiales, va a poner a jugar todos los recursos simbólicos ¿Cuánto se pueden revertir las tendencias que vienen formándose desde hace meses?
-En general desde la academia lo que estudiamos es que el 90% de las campañas electorales tienen la tendencia definida de antemano. Es decir que el corrimiento es en apenas el 10% de las campañas. ¿Como sabemos cuáles son las campañas donde hay corrimiento? Cuando la diferencia entre el primero y el segundo tiende a ser menor de 10 puntos. Allí encontramos esta campaña nacional que puede no tener cambios en el resultado final, pero si en los porcentajes. Además, hay que ver también que la campaña de la principal fuerza opositora a nivel nacional tiene varios desaciertos estratégicos, no tiene coordinación, no tiene liderazgo, no tiene una misma narrativa, en varias provincias va con distintos nombres. Es decir, mientras el gobierno muestra una campaña nacional unificada, aún con errores y con el contexto económico dramático que estamos señalando, la principal fuerza opositora no tiene una campaña equivalente. Ahí hay una diferencia que puede notarse de manera relevante el 26 de octubre.
– ¿Hay muchos indecisos a una semana de las elecciones?
-No. Seguramente a mis colegas no les va a gustar lo que digo, pero no existe el indeciso, no hay indecisos. Lo que hay es dificultad en la industria de opinión pública de registrar la opinión de mucha gente. La gente tiene definido el voto. Te puede decir en una encuesta que está indeciso, pero sabe en el fondo a quién va a votar porque, salvo que haya alguien que esté votando por primera vez, todos tenemos una historia electoral por detrás. Y somos muy fieles a esa historia, terminamos siendo muy consecuentes con esa historia. Hay un porcentaje de variabilidad, pero aun así es bastante previsible. Puedo entender que haya hasta un 5% irreductible, que no te quiere decir nada, pero el principal defecto es que las empresas que nos dedicamos a esto todavía no le hemos encontrado la vuelta a registrar. Si ustedes vean una encuesta en la semana previa a la elección con 30, 40 puntos de indecisos pasen de largo, no consuman porque eso no es cierto
– Una cosa que me llamó la atención del último sondeo que difundieron hace 15 días es que, entre Milei, Karina Milei y Trump el que menos peor imagen tiene es el presidente de Estados Unidos, en un país tradicionalmente antinorteamericano no es poco.
-La diferencia con otros contextos históricos en Argentina es que hoy hemos normalizado cosas que en otras épocas serían escándalos. Que un país extranjero sea el dueño de la política monetaria argentina, en otro contexto, en otras épocas, hubiese sido rechazado con gente en la calle, protestas. Hoy lo hemos tomado con una filosofía como diciendo, sí, sabemos que está mal, pero ¿sabes qué? No nos importa un pepino. Es decir, nos importa, pero no nos parece tan preocupante, y lo es que este se haya quedado sin herramientas económicas, y que hoy el verdadero ministro de Economía de la Argentina sea la cuenta de X del secretario del Tesoro estadounidense.
– ¿No será que la gente antes manifestaba ese enojo en la calle y ahora lo manifiesta en las redes?
-Lo que entiendo es que hay muchos que entienden que no hay alternativa a pesar de los desastres que está haciendo. Ahí funciona muy bien el voto ideológico, el que dice voy a votar este desastre para que no vengan los otros. Esto es una respuesta que se encuentra muy fácilmente en muchos votantes de Milei y es una pena. Lo que me parece preocupante es la ausencia de una alternativa. Cuando hablábamos de la elección bonaerense de septiembre, señalábamos que el peronismo hacía muy bien en festejar porque fue un triunfo contundente por amplia diferencia, pero que en realidad no había sido un voto premio para el peronismo, sino un voto castigo para el gobierno de Milei y que el peronismo no debía equivocarse en la lectura, toda vez que ante la ausencia de alternativas lo único que había en provincia de Buenos Aires para castigar al gobierno de Milei era el peronismo. Y no nos equivocamos con esa lectura porque hoy el peronismo tiene una campaña, como ya dije, irregular, con problemas estratégicos, le falta unificación, narrativa y no tiene un discurso o una narrativa atenuadora del temor que genera siempre el peronismo o el kirchnerismo. En ese sentido, la campaña de miedo que está haciendo el gobierno puede ser efectiva porque el peronismo no se defiende. No le traslada al votante que le tiene temor al peronismo ningún argumento, ninguna idea, ninguna alternativa. No le dice, mira, si llegásemos nosotros a ganar la elección no va a pasar nada de esto o no va a pasar nada de lo que dicen las personas, No trata de igualar con una narrativa tranquilizadora y es lo que a mí más me preocupa en este momento.
– ¿Por qué cree que el peronismo no se está defendiendo como debiera?
-Por qué no están viendo la oportunidad. Es probable que el sistema político tradicional argentino todavía no sepa cómo reaccionar frente a este cambio dramático de contexto hacia lo digital. Cristina Fernández tiene un estilo de liderazgo que es muy centralista, entonces es como que hay poca renovación también en la línea argumental del peronismo. Hay también otra realidad, si comparamos por ejemplo con la crisis del 2001, el peronismo en aquel momento era una estructura de poder muy, muy distinta a la que tiene hoy. Tenía 21 de 24 gobernadores y hoy tiene 5. Desde esa diferencia para acá vamos a encontrar un montón. La más relevante es que cambió la sociedad argentina. Los menores de 35 años ven y sienten a la política de manera completamente distinta a los mayores. Por ejemplo, hay una ausencia total de identidad partidaria en los menores de 35 años. Puede haber excepciones, pero en general no tienen la misma mirada, no consumen los mismos medios, no consumen medios, consumen información filtrada por las redes sociales. Hay un cambio notable y la política se ha quedado muy retrasada, es como que está ante la evidencia de un fenómeno que ha cambiado la sociedad, está cambiando la economía y la política es como que se quedó mirando como era la época de la televisión en blanco.
-Con una reacción lenta.
-Excesivamente lenta, y eso se nota mucho.
– ¿Qué influye en el votante menor de 35 años?
Ustedes se van a reír o se van a preocupar más que yo, pero las fake news son las herramientas más influyentes porque es un votante que no profundiza. A mí me das incluso un diario digital y si veo un título que me gusta, profundizo y me leo toda la nota. Eso es algo de los menores de 35, si lo hacen, lo hacen de manera muy esporádica. Son excelentes leedores de titulares, nunca una bajada. Fíjense que las líneas editoriales de los principales medios digitales no ponen la rosca en el desarrollo sino en el titular de la noticia. Y el titular no tiene nada que ver con el desarrollo. Hay ahí algo que me parece que es factible de ser trabajado todavía, como también puede ser el anonimato de las redes sociales. Yo aspiro a que las redes sociales no sean anónimas. Todo el discurso de odio y las intolerancias vienen por ese lado.
-Después de las elecciones del 7 de septiembre una de las conclusiones era que el peronismo había recuperado una parte de la clase media, que probablemente sea el sector de la sociedad que peor le está pasando en este gobierno, y una parte del sector productivo, del campo. Todo en un contexto de antiperonismo o antikirchnerismo de baja intensidad ¿Ustedes lo han medido? ¿Percibe lo mismo?
-En principio comparto y te agrego que hay una parte de la sociedad que ha aprendido a votar de manera táctica, por eso fue un error de este gobierno haber suspendido las PASO, porque la sociedad argentina las utilizaba de una manera estratégica, para mandarle mensaje a los oficialismos. Además del hecho de que el anti-peronismo encontraba en las PASO un motivo de multiplicar votos para la general. Creo que la sociedad argentina está muy por delante de los políticos que la representan y ahí hay un trabajo que la política tradicional tiene que hacer porque tienen que representar eficientemente a los votantes. El gobierno en este tema ha hecho una mala lectura del voto original que le dio la gente en noviembre, creyó que le dio carta blanca para dar una batalla cultural y en realidad creo que la gente le dio un cheque en blanco para cambiar la economía, no para dar una batalla cultural. Pero como no ha podido desarrollar un cambio económico, o al menos no en la medida que la Argentina necesitaba, porque si no vos no vas a pedir 20.000 millones de dólares cada 6 meses, en vez de pan nos da circo, el de la intolerancia, de discutir cosas que la sociedad argentina ya tenían internalizadas como el Garrahan, la educación pública, la igualdad, la discapacidad y las jubilaciones. Me parece que ahí hay una tensión innecesaria derivada de la mala lectura que ha hecho el gobierno de la realidad política. Y ahí hay un punto en el cual muchos empezaron a ver al peronismo de una manera distinta, porque el peronismo es más garante de eso que otros puertos. Pero bueno, eso todavía es un fenómeno inconcluso.
– ¿Se percibe o se vislumbra la gestación de una tercera fuerza? ¿O estamos muy lejos de eso todavía?
-Ni lejos ni cerca. Hay que entender que Provincias Unidas es un experimento surgido de ponerle límites racionales al gobierno de Milei que derivó en el intento de una fuerza nacional. Esa fuerza nacional debe ganar nitidez, debe ganar identidad partidaria, debe ganar músculo electoral y ser mucho más que lo que fue en un principio. El sentido debe tener en Buenos Aires una figura que represente un poquito más de lo que hoy representa Randazzo, que tiene 4 o 5 puntos. Para ser una fuerza que aspire a ingresar al balotaje nacional en el 2027 es poco. Este año va a ser una elección muy buena, de entre 10 y 12 puntos, pero para entrar al ballotage hay que medir más de 20, 25 puntos. Esa es la magnitud de lo que le falta, pero insisto, con mayor nitidez, con mayor identidad, con mayores incorporaciones y fundamentalmente creciendo mucho en provincia de Buenos Aires.
¿Cómo vislumbra el día después del 26 de octubre?
– Como un día muy difícil porque todo lo que sería lógico después de una derrota, aún una derrota leve, que es que el gobierno vaya en la dirección de lo que le exigen, es decir, abrir la gobernabilidad, iniciar un proceso de diálogo, como dijo Macri, que en este me parece que tiene un gran acierto, construir un gobierno que por lo menos intente ser mayoritario en términos de su base y de su situación. Ahora, la verdad, yo no lo veo al presidente en condiciones de ir en esa línea. Veo un Milei que es incapaz de dialogar, de consensuar, de conceder, de comprometerse a determinados resultados, él es muy refractario a eso, fíjense que hay una diferencia entre la promesa y el compromiso. Milei promete, pero nunca se compromete. Y en la promesa hay una potencialidad de incumplimiento, en cambio en el compromiso no. Milei es muy rígido en eso, y su personalidad me parece que le juega absolutamente en contra. El momento de acordar con todos los que piensan parecidos ES al principio del mandato y Está fuerte, y no ahora que está débil. todo el mundo está pensando en una línea o dirección racional que va a tomar este gobierno, pero en el fondo yo creo que el presidente no está convencido.